En lo profundo de los bosques de Argeș, donde el murmullo del arroyo Robaia acompaña al viajero, se alza un lugar tejido de fe y de historia. El Monasterio de Robaia, cuyas raíces se pierden en la tradición del siglo XIV.  

A lo largo de los siglos, el monasterio ha resistido incendios, guerras y el paso del tiempo, siendo siempre restaurado con paciencia y devoción. Sus muros guardan la huella de generaciones de monjes y monjas, y su campanario de piedra, aún vigila silencioso los valles verdes que lo rodean.

Dicen que quien bebe del pozo curativo de Robaia recibe alivio y fuerza, como si la tierra misma compartiera su bendición. Hoy, unas decenas de monjas mantienen viva la llama de la oración en este rincón escondido, donde la historia se confunde con la leyenda y la naturaleza abraza al espíritu.