Así estaríamos todos contentos

agosto 20, 2023

 

Resulta increíble que, en estos momentos, estemos sumergidos nuevamente en la crispación ante una medida que, por mucho que se pretenda entender, no deja de ser una imbecilidad. Me refiero a que, si Pepito habla español y, en su caso, Fulanita habla español y catalán, se pretenda que, en el Congreso, Fulanita pueda dirigirse a Pepito en catalán y que el Estado pague a un traductor, cuando ambos hablan un idioma común.

Para los que hablamos varios idiomas en nuestro día a día, a la hora de mantener una conversación, a pesar de que sea más costoso para alguno de los intervinientes, por pura educación y deferencia al otro, nunca nos dirigimos a alguien en una lengua que el otro desconoce teniendo encima una lengua común en la que ambos nos podemos entender sin ningún problema. De lo contrario, supondría además de un complejo de inferioridad tremendo, un catetismo y un absurdo,  una falta de educación y deferencia hacia el otro brutal.

Siendo sincero, a mí no me parecería del todo mal que se hablara la lengua que cada uno quiera en el Congreso, siempre y cuando no hubiera traductores. Es decir, que si a ti te apetece dar el discurso en euskera, ¡hazlo!. Y si nadie te interpela porque nadie lo ha entendido, es tu problema.

Se respeta la diversidad, no se gasta más dinero, y nos ahorramos escuchar a más de uno, en definitiva, así estaríamos todos contentos.

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